martes, 26 de marzo de 2013

Maciel, “la punta de un iceberg de inmoralidad e impunidad religiosa”: Barranco

En 2012, Bernardo Barranco contribuyó con el prólogo del libro 'La voluntad de no saber', en el que se revelan documentos que evidencian que la jerarquía católica sabía de las conductas de Marcial Maciel.
Bernardo Barranco (centro) con Fernando González (izq.) y Alberto Athié (der.) en la presentación del libro 'La voluntad de no saber' (Foto: Notimex)


El especialista en temas religiosos Bernardo Barranco prologó el libro La voluntad de no saber (Grijalbo, 2012) en el que Alberto Athié, José Barba y Fernando M. González revelan, con base en documentos secretos del Vaticano, que la jerarquía católica supo de las conductas de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, mucho antes de que salieran a la luz los escándalos por abuso sexual de menores.
La aportación de Barranco a esa obra es el cuestionamiento sobre si las conductas de Maciel reflejan las patologías de la Iglesia Católica, que lo defendió, lo legitimó y ha pretendido desentenderse del caso y presentarlo como un “accidente lamentable” en la vida religiosa católica. En su opinión, “Maciel parece ser sólo la punta de un enorme iceberg de inmoralidad e impunidad religiosa”.

Barranco, quien durante 17 años condujo el programa radiofónico “Religiones del Mundo”, fue despedido por Grupo Radio Centro por haber participado en otras emisiones radiales -entre ellas la primera emisión de Noticias MVS, conducido por Carmen Aristegui- durante la coyuntura pontifical.
Pero según Barranco, la causa de su salida “son las presiones insistentes” de la congregación fundada por Maciel, así como de la Arquidiócesis Primada de México.
Este es el texto íntegro del prólogo escrito por Barranco para el libro La voluntad de no saber:
Prólogo
Bernardo Barranco V.
Se han escrito muchos libros sobre Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo. Sin embargo, aún son insuficientes para documentar la repugnante trayectoria de un personaje que en vida fomentó la mentira, la intriga, la simulación y la corrupción; que su­cumbió a las adicciones y tuvo una vida sexual retorcida por los abu­sos cometidos a menores. No olvidemos el culto a su personalidad que fomentaron los Legionarios y que le facilitó estructuralmente dilatar su conducta criminal. Dichas prácticas fueron arropadas por la institución religiosa más importante del mundo contemporáneo: la Iglesia católica. Su discurso de un cristianismo meloso fundamentó y fermentó todas sus perversiones. Maciel se legitimó con una teología del poder como miembro del alto clero a nivel internacional con pasaporte directo a la curia romana y a la selecta antesala del primer círculo del papa Juan Pablo II, en especial con la complicidad de An­gelo Sodano, mano derecha del papa polaco. Este peso se hizo sentir entre las élites de diferentes países como España, Estados Unidos, Ir­landa, Chile y, por supuesto, México.
El título de este libro no puede ser más sugerente: La voluntad de no saber, que encierra la actitud de muchos actores que desean en­capsular el “caso Maciel” y enviarlo en una máquina del tiempo al infinito para que se diluya y olvide. Muchos nos hemos preguntado si Maciel es sólo un accidente trágico en la vida religiosa de la Iglesia. Lamentablemente, los escándalos que la han sacudido a nivel interna­cional durante los últimos años, nos muestran a cientos de sacerdotes y religiosos con comportamientos perniciosos y enfermizos que se repiten con diversos grados de envilecimiento en los más apartados puntos de la cartografía eclesiástica. Por ello, aún están en puerta mu­chas otras investigaciones en las que Maciel parece ser sólo la punta de un enorme iceberg de inmoralidad e impunidad religiosa.
De este modo, faltan muchos libros por escribir y leer acerca del fundador de los Legionarios que den cuenta de que las patologías de Maciel también reflejan las patologías de la Iglesia católica y de la sociedad, en particular la mexicana. ¿Qué nivel de responsabilidad guardan aquellos sectores que lo defendieron, que lo legitimaron y que ahora se ocultan en el silencio? Pareciera existir un desentendi­miento de lo que hizo Maciel hasta en su congregación religiosa, en la que se le quiere sepultar en el olvido para borrar sus rastros y fecho­rías. Muchos quisieran que todo quedara ahí y ver a Maciel como un accidente lamentable. Darle un tratamiento de “chivo expiatorio”, es decir inmolarlo y que su sacrificio sirva, como en las antiguas comu­nidades, como un salvoconducto de purificación y salvación.
En tal circunstancia, la presente obra es una apuesta por la ver­dad. Los autores José Barba, Alberto Athié y Fernando González han dado testimonio de una incansable lucha, enfrentando desde diversas trincheras las infamias de una congregación religiosa respaldada por poderosos actores clericales. José Barba es un tenaz luchador con altí­simo reconocimiento moral en la sociedad mexicana, pues junto con otros ex legionarios no sólo padeció los abusos del depredador Maciel sino que remó a contracorriente para denunciarlo desde la década de los años ochenta, justo cuando los Legionarios se encontraban en la cima del poder. A esta causa se sumó Alberto Athié, quien como po­cos resistió el embate de uno de los mayores protectores del pederasta Maciel, el cardenal arzobispo primado de la arquidiócesis de México, Norberto Rivera Carrera —quien está a la espera de varios libros de denuncia—; en congruencia, Alberto abandona el sacerdocio pero no la lucha por alcanzar la verdad. Por último, el doctor Fernando González es sin duda uno de los investigadores que mejor conoce los diferentes ángulos que retratan descarnadamente el comportamiento siniestro de Marcial Maciel. Sus libros son sólidos y contundentes. Como pocos, conoce los documentos del Vaticano que aquí se pre­sentan y da cuenta de ellos en una panorámica completísima para entenderlos y utilizarlos. Faltaría un personaje cuya presencia se hace sentir en los textos de nuestros autores y que a todas luces merece un reconocimiento, me refiero al sacerdote Antonio Roqueñí (1934-2006), asesor jurídico de la arquidiócesis de México, quien fue uno de los motores de esta causa por alcanzar la verdad y la justicia.
La voluntad de no saber quiere demostrar que Marcial Maciel no puede ser explicado como un extraño personaje solitario, una espe­cie de insólito accidente eclesial como de alguna manera lo declara Benedicto XVI a la pregunta expresa del periodista alemán Peter Seewald, que consta en este libro documental: “Lamentablemente he­mos llegado con mucha lentitud y atraso a abordar estas cuestiones. De alguna manera estaban muy bien ocultas y sólo desde el año 2000 aproximadamente contamos con asideros concretos al respecto”, dijo el Sumo Pontífice. Por principio, esa respuesta ha indignado a nuestros autores. Precisamente una de las tesis centrales del libro muestra por medio de documentos internos que el Vaticano conocía desde los años cuarenta el comportamiento delictivo e inmoral de Marcial Ma­ciel y de su doble vida. El cardenal Joseph Ratzinger, al frente durante veinticuatro años de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tenía, por la naturaleza de su cargo, la obligación de conocer los expedien­tes comprometedores de Maciel. ¿Es una simulación institucional a la que se presta el papa? Hay varias sospechas más que fundadas que nuestros autores ponen con firmeza sobre la mesa. En este contexto, presentan materiales que cuestionan, por ejemplo, la acelerada bea­tificación del papa Juan Pablo II. La intención aquí es que el lector mismo juzgue la entrega de documentos, inéditos y comprometedo­res, que habían permanecido sumergidos en las oscuras gavetas de los dicasterios del Vaticano.
Los autores exhiben el dudoso comportamiento del cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, encargado de seguir y documentar la beatificación de Juan Pablo II. Amato respondió a finales de 2010 a la pregunta directa for­mulada por la revista italiana Famiglia Cristiana: “En los pasados meses se dijo que la causa corría el riesgo de sufrir un retraso relacionado con el escándalo de la pedofilia. Karol Wojtyla habría protegido al padre Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. ¿Habéis indaga­do también la relación entre Juan Pablo y el padre Maciel?”. La res­puesta fue corta y tajante: “Le confirmo que hemos indagado a fondo y ampliamente. Juan Pablo II no estaba en conocimiento de la doble personalidad del padre Maciel”. Este tono lo sostiene ante las pregun­tas expresas de la reportera de Televisa en el Vaticano, Valentina Ala­zraki. Los autores con sus materiales demuestran lo contrario. Todo parece indicar que el papa Benedicto XVI y el cardenal Amato han dado continuidad a una larga cadena de complicidades que dañan la salud de una institución cuya materia prima son los valores.
Algunos de los textos inéditos que se presentan provienen de los archivos del cuerpo original compuesto por 212 documentos, de los cuales varios provienen de las entrañas del Vaticano. Este libro, como todos, tiene una historia secreta. Hay generosos actores indignados con la complicidad y con las acciones que al parecer formaban parte de una operación de “limpieza” de evidencias documentales; perso­nas de buena fe, ofendidas por las mentiras y las simulaciones insti­tucionales decidieron valientemente no sólo preservar los materiales sino entregar los escritos compuestos de cartas, relatorías, cronologías y testimonios que nuestros autores exponen a la luz pública.
Vivimos recientemente la filtración de documentos fechados en Roma desde 2011 que pusieron de manifiesto los privilegios, la co­rrupción y sobre todo una lucha palaciega en la cúpula de la curia de la Santa Sede. El fenómeno ha sido llamado Vatican leaks, inspirado en la declaraciones del vocero de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi. Los documentos de escándalo revelados a la prensa ponen en relieve el agrietamiento del pacto de los grupos conservadores de la curia que consensaron y llevaron al cardenal Ratzinger al trono de San Pedro en 2005. Ante el decaimiento físico del papa de ochen­ta y cinco años, los grupos empiezan a posicionarse y a alinearse en busca de nuevos acomodos; dicho de otra forma: se vive una atmósfe­ra de pre cónclave y de construcción de alianzas y nuevos tejidos. Sin duda, los documentos filtrados a finales de 2011 apuntan a debilitar al brazo derecho de Benedicto XVI, Tarciso Bertone, secretario de Estado, y se inscriben en la lógica de la lucha por el poder. En con­traste, los documentos que exhiben nuestros autores en este libro son de naturaleza diferente; se trata de expedientes donde se muestra la historia reciente, la complacencia y la dilatada tolerancia institucional a la depredadora conducta de Maciel.
El momento en que se presenta este libro, primavera de 2012, se inscribe en el marco de la primera visita de Benedicto XVI a México. Debe subrayarse que en sus últimas giras el papa se ha dado tiempo para reunirse con algunas víctimas de abuso sexual. Así lo hizo en su viaje a Estados Unidos y a Australia en 2008, a Portugal y a Malta en 2010, a Inglaterra y a Alemania en 2011. Sin embargo, en la agenda de viaje a México destaca la ausencia de dicho gesto con las víctimas de Marcial Maciel. Desconocemos si incorpore el tema en sus mensajes, pero llama la atención el vacío, máxime si el propio Maciel y los Legionarios son de origen mexicano. No sabemos si los propios ex legionarios estarían dispuestos a tener un encuentro con el papa, pues esos eventos han sido utilizados como espectáculos de construc­ción simbólica y no como un punto de partida para implementar medidas efectivas contra la pederastia clerical. De cualquier manera, los gestos de este tipo representan una voluntad de reconciliación y perdón. Es notable la aparente indiferencia frente a las personas agraviadas durante décadas por la burocracia de la Iglesia y por la complicidad de poderes fácticos, como empresarios y medios de co­municación.
Por otra parte, la restructuración de la orden religiosa fundada por Maciel está en manos del propio pontífice, quien ha sido cuestio­nado por su tibieza y lentitud. No ha de pasarse por alto que varios detractores internos aseguran que muchas prácticas de mentiras y manipulación relacionadas con la Legión permanecen intactas. En esta perspectiva, la actuación del cardenal Velasio De Paolis, delegado pontificio para la Legión de Cristo, ha sido cuestionada por su exas­perante tono gradualista y el abandono sistemático de aquellos legio­narios que esperan una transformación más decidida y profunda.
En cualquier caso, pareciera que el papa Benedicto XVI guarda el mismo silencio que el propio Episcopado Mexicano ha mantenido a lo largo de todo este torbellino mediático en que se ha convertido el caso Maciel. Silencio cómplice. Las autoridades religiosas actúan como si Maciel, los Legionarios y las víctimas fueran de un lejano país o de otro planeta. Salvo solitarios y tímidos pronunciamientos de monseñor Abelardo Alvarado, obispo auxiliar emérito de la arquidió­cesis de México, y algunas declaraciones banqueteras, el episcopado le debe a su feligresía y al pueblo mexicano un pronunciamiento público, amplio y detallado en torno a Marcial Maciel. Además, es necesario que deslinde responsabilidades y juzgue el cuestionable comportamiento de algunos de sus miembros, como el vulgar Oné­simo Cepeda y el cardenal Norberto Rivera.
En lo general, La voluntad de no saber aborda cuestiones de fondo en la vida actual de la Iglesia y refleja la insatisfacción de un creciente número de católicos por el funcionamiento de la institución. Por un lado, el conjunto del clero elabora implacables discursos ético-religiosos y, por otro, parece vulnerar esos requerimientos solapando las prácticas reprobables y poco evangélicas de varios de sus más altos dignatarios. El periplo de los autores —especialmente el de José Bar­ba y los ex legionarios— es un botón de muestra del menoscabo de los derechos humanos en la Iglesia católica, y de su heroica perseve­rancia a prueba de todo tipo de humillaciones burocráticas y absoluta falta de transparencia institucional.
fuente: http://aristeguinoticias.com/2603/mexico/maciel-la-punta-de-un-iceberg-de-inmoralidad-e-impunidad-religiosa-barranco/?utm_source&utm_medium&utm_campaign=cultur
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