Expertos del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM que monitorean desde 1994 el comportamiento del Popocatépetl aseguraron hoy que mientras el volcán arroje gases a la atmósfera de manera regular “no habrá problemas graves”.
De acuerdo con Hugo Delgado Granados, investigador del IGf, el Popocatépetl es uno de los cinco volcanes que emiten más dióxido de azufre (SO2) en el mundo. En promedio, dijo, lanza entre seis y ocho mil toneladas por día en fechas recientes y cerca de 200 mil en erupciones más relevantes.
Entre 1994 y 2008, dijo, el volcán lanzó 30 megatoneladas de gases, y las tendencias indican que registrará, al menos, un lustro más de actividad intensa.
“La buena noticia es que mientras arroje gases de manera eficiente, como hasta hoy, no habrá problemas graves”, afirmó el experto en una charla en el auditorio Tlayólotl de Geofísica.
Para conocer el comportamiento eruptivo del volcán, un grupo de expertos encabezados por Delgado Granados monitorea y analiza las emisiones de SO2 y de dióxido de Carbono (CO2).
Según el experto, en la actividad explosiva de los volcanes, los gases juegan un papel preponderante.
La forma en cómo se emiten y su trayecto al interior del edificio es lo que proporciona información de si las erupciones serán de tipo explosivo o no, señaló el también integrante del Departamento de Vulcanología.
A veces, abundó, los volcanes emiten cuerpos de lava y de pronto cambian su estilo eruptivo al explosivo y los gases funcionan como el motor del proceso. El origen de los gases aún es debatido por los expertos.
“En el caso que nos ocupa, existe controversia sobre si son originados por el material caliente que evapora las rocas calizas o por el magma debajo del volcán. Es un enigma que requiere una solución para interpretar mejor lo que en realidad sucede”, afirmó.
El tutor del Posgrado en Ciencias de la Tierra de la UNAM señaló que entender el movimiento de los gases es fundamental para comprender, y en su momento pronosticar, el cambio de tipo de erupción, para determinar si sólo emitirá lava para acumularla en el cráter o registrará una explosión.
Para determinar la participación de los gases, el IGf instaló equipos de medición, detección y monitoreo de la concentración de volátiles alrededor del coloso, localizado a 60 kilómetros al sureste del Distrito Federal, con una altura de cinco mil 452 metros sobre el nivel del mar.
La red que integran las estaciones Tlamacas, Chipiquixtle, Colibrí y Cruz Blanca, cubre un ángulo de 360 grados en la demarcación de estudio.
Desde esos cuatro puntos se monitorean las emisiones de gases que lanza el edificio, que cubre un área de 500 kilómetros cuadrados entre los estados de Puebla, México y Morelos.
Además de la información obtenida en las estaciones permanentes, se utilizan datos recabados por satélites para observar y medir desde el espacio los gases que emite el volcán.
Delgado Granados señaló que, de acuerdo con los datos obtenidos vía satélite otros volcanes registrarán actividad en el futuro. “En México, tenemos casi 20 activos y eventualmente despertará uno”, aseguró.
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