Las mujeres se mueven despacio, con la lentitud que da la escasez de fuerzas. Pasaron la noche mal, a la intemperie, con frío y bajo el aguacero. Desde ayer usan tapabocas porque tienen bajas las defensas. A los seis días sin comer cualquier contagio puede ser una catástrofe.
A las 11 de la mañana plantan unas sillas afuera de su campamento e improvisan una conferencia en la que denuncian que las autoridades federales han optado por ignorarlas.
Y aunque desde la tarde anterior recibieron visitas de funcionarios que les dijeron que levanten su plantón porque nadie las recibirá, ellas, llorosas, aseguran que se mantendrán sin comer hasta que el presidente Enrique Peña Nieto las atienda “10 minutos” y puedan exponerle que la búsqueda de sus hijos es una mentira.
“Aquí vamos a permanecer porque ya nos cansamos de esperar, de salir nosotras a buscar a nuestros hijos y que la autoridad haga como que no nos ve. Lo mismo nos da morir allá buscando que aquí postradas”, dice, llorando, Margarita López, madre de la veinteañera desaparecida Yahaira Guadalupe Bahena.
La rodean seis mujeres con tapabocas azul quienes sostienen las fotografías de sus hijos desaparecidos. ¿Cuánto tiempo aguantarán?, pregunta una persona.
“La respuesta la tiene el presidente de la República”, dice Atanacio Rodríguez, padre del joven Alejandro Rodríguez, desaparecido por policías de San Luis Potosí.
Piden perdón a los ciudadanos por si incomodan con su plantón localizado en la lateral del Paseo de la Reforma, frente a la oficinas de la PGR. Dicen que están cercados por la “indiferencia total” del gobierno federal.
También aseguran que esperarán el tiempo necesario para obtener una cita con Peña Nieto, “porque hemos esperado años”.
Además, advierten que no están jugando “a las fuerzas” con el gobierno, que sólo quieren destrabar la búsqueda. Aclaran que sí, que están locas, que la ausencia de sus hijos y la espera les han hecho perder la cordura.
Algunas sufren ya problemas de la presión o de glucosa. Unos tienen temblores y escalofríos. Todos, bajos de defensas.
“Tenemos una angustia muy grande, no estamos muertos ni vivos porque nos faltan nuestros hijos. Lo que pedimos, lo que imploramos, lo que rogamos es que a quien le corresponda buscar a nuestros hijos que lo haga”, suelta el señor Jaime Olivares, cuyo hijo desapareció en Tamaulipas.
Esta es la segunda huelga de hambre que Margarita López realiza para exigir la búsqueda de los restos de su hija, aparentemente secuestrada y asesinada por Los Zetas.
Su primer ayuno fue en noviembre pasado frente a la Secretaría de Gobernación durante 10 días. La acompañaban otra madre y una activista, movidas por la desesperación de ver que terminaba el sexenio sin noticias sobre la desaparecida. A Margarita le angustiaba tener que volver a empezar con el nuevo gobierno.
Esta siguiente vez la acompañan ocho madres y un padre de familia, quienes se han dicho cansados de escuchar promesas incumplidas de la (Procuraduría General de la República (PGR), Policía Federal (PF) y Segob. Pero esta vez la situación es diferente.
El extitular de Segob, Alejandro “Poiré, de alguna manera estuvo preocupado porque levantáramos la huelga y nos preguntaba con sus emisarios qué necesitábamos. Al segundo día de habernos instalado ante Gobernación nos dieron luz y acceso al baño y a los tres días ya teníamos acercamiento para iniciar negociaciones.
“Acá llevamos seis días y desde el inicio nos negaron baño y electricidad; tuvo que venir el SME a instalarnos electricidad, y los sanitarios móviles los trajo el gobierno del DF.
“Los funcionarios que se han acercado de este gobierno nos han hecho saber que el procurador (Jesús Murillo Karam) está molesto, que no quiere recibirnos hasta que no levantemos el plantón y que pueden tomar represalias contra nosotros”, explica López.
Enseguida de ella, la señora Ana María Maldonado tiembla.
Aunque es mediodía ya, el frío nocturno le cala los huesos. Tuvo que dormir sobre suelo mojado, en un colchón desinflado.
“De manera subliminal nos han mandado decir que no nos van a atender. Los funcionarios no traen miel para que aguantemos y plantaron una ambulancia cerca, y los paramédicos nos dijeron que es para cuando nos pongamos mal y que ya tienen los permisos para ingresarnos de emergencia al hospital Rubén Leñero”, revela Erika Montes de Oca, tía de Sergio Eduardo Guillén, joven desaparecido en la Ciudad de México.
También comparten que una tarde antes recibieron la visita del subprocurador Ricardo García Cervantes, quien les dijo que no iban a conseguir nada plantándose ahí. Posteriormente el líder del Movimiento por la Paz, Javier Sicilia, también intentó disuadirlas de su permanencia en ese lugar. Otros funcionarios les han dicho que “se equivocaron de ventanilla”, que el plantón lo deberían de haber puesto en otro lado.
“Nos han dicho que nos vayamos. Sabíamos que a Los Pinos no nos iban a permitir llegar. ¿Cómo nos vamos a mover de aquí si sabemos que Osorio Chong es hasta más duro que Murillo Karam? Si ni siquiera la subsecretaria Lía Limón ha venido a promover una reunión. Pura indiferencia”, lamenta.
Las peticiones de estas familias son las siguientes: Que Peña Nieto junte a su gabinete para que se coordinen en los casos de desaparecidos; cree en PGR una fiscalía especial de búsqueda de personas que cuente con recursos, instalaciones, materiales y funcionarios capacitados, y que un grupo especializado de la PF se integre y trabaje con ministerios públicos.
“Estamos haciendo un llamado a Enrique Peña Nieto para decirles que no nos vamos a levantar hasta que nos reciba. Él ha dicho que admira a las madres luchadoras, nosotras somos madres que luchamos por buscar a nuestros hijos. Queremos que nos diga de viva voz quién, cuándo y de qué manera van a buscar a nuestros hijos”, dice López.
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