La idea que las culturas prehispánicas tenían del tiempo como un proceso cíclico frente a la concepción lineal que impera en la actualidad es, según expertos, la clave para entender en qué consiste exactamente la profecía maya del 21 de diciembre y por qué se ha malinterpretado.
"En el tiempo occidental partimos de una fecha que podría ser, por ejemplo, el nacimiento de Cristo, y de manera totalmente lineal vamos hacia el futuro (...); en el mundo indígena había ciclos después de los cuales era borrón y cuenta nueva", declaró.
La ya famosa profecía maya, que supuestamente sitúa entre los días 21 y 23 de diciembre el fin del mundo, se originó a partir de una lectura errónea de una inscripción hallada en un panel jeroglífico empotrado en un muro, conocido como el Monumento de Tortuguero, en el Estado de Tabasco, sureste del país.
Para el profesor Johansson, aunque ninguno de los pueblos mesoamericanos vaticinó el fin del mundo, sí estaban preocupados por esa idea de naturaleza "universal", y tuvieron la capacidad de canalizar ese miedo mediante la creación de los llamados "nemontemi" o "días baldíos", una de las últimas investigaciones del experto.
Estos días "que no contaban" se encontraban al final del último mes de cada año, equivalente a un ciclo completo del sol, y durante los mismos se producía un "suspenso", por el cual aunque "se contaban en términos de cómputo en el calendario, no estaban contemplados en términos astrológicos", según las últimas indagaciones.
Los que tenían la desgracia de nacer durante los días nemontemi "veían su ser permeado por la vanidad de aquellos días y se convertían en personas vanas", es decir, "que no pertenecían a ningún tiempo, ni a ningún lugar", pues ni siquiera tenían "tonalli", una especie de "entidad anímica del cuerpo humano", afirmó.
Este elemento de canalización de la angustia por el fin del mundo, es según el experto, solo una prueba más de la importancia que tenía para las culturas mesoamericanas el registro y el estudio del tiempo, un elemento que incluso se veía en el lenguaje, donde las fechas hacían el papel de adverbios de tiempo.
Para la profesora e investigadora de lengua y cultura maya de la Universidad Autónoma de Campeche (UACAM) Cessia Esther Chuc Uc, los mayas prehispánicos tenían la necesidad de calcular el tiempo porque les afectaba en todos los aspectos de su vida, desde las previsiones climatológicos y las cosechas, hasta los conflictos entre tribus.
"Había que domesticarla (a la naturaleza), porque también representaba una amenaza a la integridad física, por las sequías, las inundaciones (...), de ahí la importancia del cálculo, que está demostrado que alcanzó grandes avances", precisó.
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