miércoles, 13 de marzo de 2013

El nuevo Papa y sus oscuros vínculos con la dictadura argentina


Bergoglio da la comunión al dictador Jorge Videla. Foto: Tomada de Twitter.
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- El nuevo Papa Francisco I, Jorge Mario Bergoglio, es criticado por sus vínculos con la dictadura militar de Jorge Rafael Videla en Argentina en los años 70, una de las más sangrientas, cuando varios jesuitas fueron perseguidos por oponerse al régimen y él guardó silencio manteniéndose alejado de cualquier tema político.
Bergoglio nació en Buenos Aires en 1936. Es hijo de inmigrantes italianos. En 1958 ingresó a la Compañía de Jesús y de 1973 a 1979 fue provincial de los jesuitas en Argentina, convirtiéndose un año después en rector del seminario donde estudió. Es ingeniero químico.
El nuevo pontífice, quien ha destacado por su postura tradicionalista, fue acusado de colaborar con la dictadura militar argentina, sobre todo después de declarar hace dos años como testigo en el juicio de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) tras supuestamente delatar y retirar la protección a dos sacerdotes jesuitas desaparecidos en la misma.

Las denuncias incluso han quedado impresas en el libro del periodista Sergio Rubín llamado El jesuita, una obra periodística que recoge el testimonio de uno de los denunciantes de Bergoglio.
Sin embargo, el exarzobispo siempre ha negado los señalamientos.
Bergoglio era el superior de los jesuitas en Argentina. En mayo de 1976 retiró la licencia religiosa a los curas Francisco Jalics y Orlandio Yorio, dos subordinados suyos en la Compañía de Jesús que habían adoptado una posición activista en la defensa de los derechos de los pobres.
Los sacerdotes fueron secuestrados por un grupo de la ESMA poco después de perder la protección por orden del nuevo Papa, y se les envió a la Escuela Militar donde fueron torturados. Los curas, según el periodista Horacio Verbitsky, sospecharon que Bergoglio los había delatado.
Jorge Mario Bergoglio también fue a llamado a declarar como testigo, por petición de la Fiscalía y las Abuelas de Plaza de Mayo, en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés nacidos en cautiverio durante la dictadura.
Bergoglio también se opuso rotundamente a la aprobación de la ley que consagró el matrimonio gay en Argentina en 2010, cuando era arzobispo de Buenos Aires, enfrentándose al gobierno de ese país.
En ese entonces señaló que el matrimonio entre personas del mismo sexo podía “herir gravemente a la familia”.
Indicó que no se trataba de una simple cuestión política sino de la pretensión de destruir el plan de Dios, una “movida del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”.
También rechaza la adopción por parte de parejas homosexuales, alegando que es discriminatorio para los niños.
Asimismo, se opuso a una ley que permitía que travestis y transexuales de Argentina registraran sus datos con el sexo elegido.
Estos temas enfriaron las relaciones entre la Iglesia argentina y la presidenta Cristina Fernández, quien lo acusó de querer llevar a la sociedad a los “tiempos medievales y de la Inquisición”.
Sobre el aborto, el nuevo pontífice considera que “nunca es una solución. Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas”.
Bergoglio, quien en 1998 fue nombrado como obispo de la diócesis de Buenos Aires y en el 2001 cardenal, llamó a provocar “un cambio” en la sociedad que afronta “realidades destructoras”, al advertir que los argentinos se están “acostumbrando” a convivir con los efectos “demoniacos del imperio del dinero” como “la droga, la corrupción, la trata de personas”.
También ha considerado en reiteradas ocasiones que el lugar de los sacerdotes es en las iglesias.

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