Según la Secretaría del Trabajo, 3 millones de infantes llevan a cabo alguna actividad económica, la mayoría sin remuneración.
En México existen 28.8 millones de niños y adolescentes de 5 a 17 años, de los cuales 3 millones realizan alguna actividad económica; un alto porcentaje no recibe remuneración, principalmente laborando en el cultivo de jitomate, chile, melón y manzana.
De acuerdo con el Módulo de Trabajo Infantil (MTI) de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, uno de cada cinco trabaja en el sector agropecuario, es decir 30 por ciento, lo que equivale a 894 mil 654 niños.
“No hay forma de saber cuántos niños y adolescentes de los 3 millones son explotados, los conteos solo registran a las personas laborales y no sus condiciones. No tenemos sistema de información para saber qué y cuántos niños son explotados”, reconoce Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la Infancia.
Lo que también preocupa es que 65 por ciento de los menores en el país, 19 millones, lleva a cabo quehaceres domésticos sin remuneración, de acuerdo con los resultados del MTI.
Lo que es considerado sinónimo de “explotación”, pues “niños indígenas en el trabajo doméstico es muy frecuente, y de cada niño que realiza una actividad (económica), hay cinco niñas que realizan trabajo doméstico”, revela Martín Pérez.
Se tiene el registro de que en el país existen 9.2 millones de personas que viven en comunidades jornaleras, de los cuales 3.6 millones laboran como jornaleros agrícolas.
De los cuales, 1.18 millones de niños y adolescentes trabajan y no asisten a la escuela, por lo que se ha convertido en un tema prioritario para la agenda del país.
Tal es el caso de Chihuahua, adonde al año migran más de 400 niños
de entre 3 y 15 años, provenientes de Oaxaca principalmente, con el deseo de trabajar para progresar y ayudar a sus familias.
Estos menores se instalan en los municipios chihuahuenses de Janos, Ascensión, Camargo y Cuauhtémoc, donde son explotados como jornaleros. Se dedican sobre todo a la pizca de manzana y presentan graves condiciones de desnutrición.
Pero es justamente Oaxaca la entidad que ocupa el primer lugar nacional en explotación laboral infantil, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Cerca de 160 mil infantes trabajan, de los cuales 60 por ciento labora y estudia, y el restante no asiste a la escuela.
Los campos agrícolas de la Cuenca del Papaloapan, el Istmo de Tehuantepec, la Costa y los Valles Centrales y los centros turísticos, en Oaxaca, concentran la mayor cantidad de niños explotados.
“Hay una relación directa con la capacidad de ingreso de la familia, asociada con el trabajo infantil; a más pobreza, mayor indefensión del estado. Hay tres actividades económicas infantiles:
“1) Los niños realizan pequeñas labores en conjunto con la familia en beneficio de la comunidad, 2) el trabajo infantil que ofrece un servicio con ganancias económicas y cuentan con un patrón y 3) la explotación económica, donde hay personas que se benefician de su trabajo, afectando el desarrollo de la infancia y contra la voluntad de los propios niños”, asegura el director de la Red por los Derechos de la Infancia.
Frente a esta realidad, el Consejo Nacional de Fomento Educativo en Chihuahua creó un programa de instrucción escolar para proveer de alimentos a niños jornaleros; sin embargo, el maestro se enfrenta al reto de enseñar a grupos mixtos, al que asisten menores de origen menonita que hablan el alemán bajo y a niños tarahumaras.
Aunque la convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas establece que un niño no debe trabajar, en México un menor lo puede hacer siempre y cuando sea con el consentimiento de sus padres y no exceda un horario de cuatro horas al día, sin descuidar sus estudios.
Pero esta regla no se aplica en el país. De acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo Social, en el país hay aproximadamente 9.2 millones de personas que viven en comunidades jornaleras, de los cuales 3.6 millones laboran como jornaleros agrícolas y menos de 400 mil tienen acceso a la seguridad social.
De ellos, 822 mil son migrantes, y de este universo, 328 mil son niños menores de 18 años, mientras que 44 por ciento de esos niños trabajan en campos de cultivo de tomate, jitomate, chile y melón, la mayoría de ellos lo realizan sin ningún pago.
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