La Unión Rural Sinop, el sindicato que representa los intereses de los agricultores del estado brasileño de Mato Grosso, ganó un juicio contra Monsanto. La empresa no podrá imponer condiciones a los compradores de las semillas de su soja transgénica.
La sentencia, dictada el sábado, bloqueó el intento de la compañía de obligar a los agricultores a firmar acuerdos restrictivos antes de permitirles adquirir las nuevas semillas genéticamente modificadas de soja Intacta RR2. Estas semillas se postulan como resistentes a las orugas que se han atacado últimamente en los cultivos de muchas zonas del país, causando graves pérdidas de cosecha.
En el momento de hacer la compra de las semillas ‘milagrosas’, los campesinos firmaban un contrato que no ofrecía garantía alguna del aumento de la cosecha pero incluía el pago de regalías por parte del comprador, daba a Monsanto el derecho a entrar e inspeccionar la propiedad del agricultor en cualquier momento, afirmaba que la empresa podía subir las tasas de regalías o confiscar una parte de la cosecha y estipulaba que el comprador en ningún momento podía poner un pleito contra la compañía.
Con el mismo acuerdo, el granjero también aceptaba “el derecho de propiedad intelectual sobre las tecnologías agrícolas”. Es de resaltar que esta última fórmula contradice la ley brasileña, que protege el derecho de los agricultores a guardar semillas y utilizar o vender productos de su propio cultivo.
Según la justicia de Mato Grosso, Monsanto se aprovecha de su posición favorable en el mercado como único proveedor de Intacta RR2 para obligar a los granjeros a “cumplir unas cláusulas que son excesivas, si no ilegales”. A partir de ahora, la compañía tendrá que pagar una multa de 400.000 dólares cada vez que no cumpla con la sentencia, vigente en todo el territorio del estado de Mato Grosso, y emprenda un nuevo intento de promover este tipo de acuerdos.
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